El culto a la madre ha perdido fuerza en los últimos siglos. Con la expansión progresiva del poder del cristianismo alrededor de todo el mundo en los últimos siglos, el rol divino-femenino se ha borrado de los anales de la historia, permaneciendo únicamente como meros mitos paganos. Los conquistadores que invadían naciones enteras, tenían que desplazar inevitablemente la cultura y las creencias de estas, imponiendo las suyas. Por ello, no es de sorprender encontrar templos y monumentos sagrados destruidos y deidades y ritos perdidos en el tiempo. En comparación con otros pueblos antiguos de otros continentes, los mayas fueron colonizados hace relativamente poco tiempo. Por ello, algunas de sus costumbres, historia -muy poca- e idioma, aún se conserva.
La diosa Ixchel, conocida como Ixchebelyax, Ix Hunic e Ix Hunieta, fue una deidad importante en el panteón maya. Representaba la fertilidad, la maternidad, el poder de la luna sobre la pesca y el agua, la salud, la vegetación y el tejido. La representaban con las características de la luna, cuando se mostraba joven; como una anciana cuando representaba a luna menguante, y con el ojo cerrado -muerta- cuando simbolizaba a la luna nueva. Siendo quien dominaba las aguas de los mares, Ixchel era de suma importancia para los mayas que habitaban en las regiones del mar caribe.
Por ello, cada año, zarpaban con destino a Kuzamil -actual Cozumel- para rendirle tributo para conseguir sus favores y que sus cultivos y la pesca les sea favorables. Una vez en la isla, el sacerdote o chilam -quien era el único puente entre los dioses y los espíritus y los humanos- dictaba los designios para el pueblo, que la misma diosa le había comunicado. En el Chilam Balam de Chumayel (texto escrito principalmente en maya, entre los siglos XVI y XVII que contiene algunas tradiciones, creencias y costumbres de los antepasados mayas), describe el culto que se realizaba a la diosa en Tulum, Cobá y Cozumel. Sin embargo que muy poco de estos textos, ya que fueron destruidos por sacerdotes y conquistadores españoles. La mayor parte de ellos fueron destruidos por orden de Fray Diego de Landa, en 1562. Muy pocos han sobrevivido a nuestros días, de hecho únicamente quedan cuatro códices -escritos antes de la conquista, sobre cortezas de árboles. Ninguno se encuentra en México, y su nombre se lo debe al lugar en el que se encuentra, en el caso del cuarto -que sólo queda un fragmento-, su nombre corresponde al lugar en donde se expuso por primera vez:
- El Códice de Dresde;
- El Códice de Madrid, también conocido como el Códice Tro-Cortesiano;
- El Códice de París, también conocido como el Códice Peresiano;
- El Códice de Grolier, también conocido como el Fragmento de Grolier.
Hasta algunos siglos después de que los españoles empezaron a evangelizar a los nativos, y a pesar de los intentos exitosos de destruir y eliminar los textos que narraban la historia de ochocientos años atrás de los mayas (Alonso de Zorita escribió que en 1540 él vio esos libros en el Altiplano de Guatemala que narraban su historia de más de ochocientos años atrás y que le fueron interpretados por Indígenas muy ancianos), estos no dejaban morir su cultura y se contaban de generación en generación las historias que sus ancestros se habían contado a su vez. Fue de esta manera que la historia de Ixchel -diosa madre, iracunda maestra de las aguas y piadosa de las mujeres en trabajo de parto-, llegó a nuestros días. Como parte de esta cultura que lucha por sobrevivir a estos tiempos modernos.
Desde hace nueve años, en de Xcaret turistas y visitantes locales se embarcan en una travesía hasta la playa de Cozumel para vivir la experiencia de los canoeros mayas, y visitar a la gran diosa, quien los espera gustosa de recibir a sus hijos.